La tecnología en que se basan los sistemas láser del Centro de Láseres Pulsados

Premio Nobel de Física para la tecnología láser CPA

Salamanca, 2 de octubre de 2018

La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha concedido hoy el Premio Nobel de Física 2018 a los investigadores Arthur Ashkin, Gérard Mourou y Donna Strickland, por sus “rompedoras invenciones en el campo de la física del láser”.

La técnica de Mourou y Strickland, creada en 1985 en la Universidad de Rochester, en Estados Unidos, y conocida como CPA (Chirped Pulsed Amplification) se convirtió muy pronto en la herramienta estándar para obtener láseres de alta intensidad. Por aquellos años el ahora director del CLPU, Luis Roso, era un Fullbright Scholar en un grupo teórico de esa universidad, que quedó fascinado por esa tecnología rompedora. Desde entonces, dedicó sus esfuerzos a traerla a España, apostando por el que sabía era el futuro de los láseres intensos. Catedrático de Óptica en la Universidad de Salamanca, convirtió a esta ciudad y a su entidad académica en el lugar español de referencia en cuanto a láseres de alta intensidad. Lo que comenzó con un sistema de 20 teravatios se ha convertido en el único sistema español capaz de alcanzar un petavatio de potencia pico, VEGA, ubicado en la infraestructura científico-técnica singular especializada en láseres intensos, el CLPU, e inaugurado la semana pasada por sus Majestades los Reyes. VEGA es uno de los diez láseres más potentes del mundo y está basado en la tecnología CPA que hoy ha sido galardonada con el Premio Nobel 2018.

La relación con los creadores de esta tecnología llega desde sus inicios, ya que Gerard Mourou fue miembro del primer Comité Científico-Técnico asesor del CLPU, y se ha mantenido con el tiempo ya que el investigador ha visitado la infraestructura en varias ocasiones.

 G. Mourou (2d) y Luis Roso (2i) junto a (i-d) Luca Volpe, director de la cátedra de Plasma USAL-CLPU; Giancarlo Gatti, jefe del Área Científica del CLPU y Jonathan Wheeler de la Ecole Politechnique de Francia durante su visita al CLPU en 2017

Hasta su creación en 1985, la amplificación de la luz para obtener los láseres se había basado en ópticas de gran tamaño. El principal obstáculo era que se había alcanzado el umbral de daño impidiendo alcanzar potencias mayores. La CPA soslayó el problema amplificando la luz en dos pasos: en primer lugar para reducir la intensidad del láser se alarga temporalmente el pulso de luz (se obliga a cada longitud de onda a ir por distintos caminos y se amplifican cada uno de ellos por separado), en última instancia se vuelven a comprimir obteniendo la potencia deseada sin haber usado ópticas gigantescas.

Por su parte Arthur Ashkin inventó las pinzas ópticas, capaces de capturar partículas, átomos, virus y células vivas mediante dedos de luz láser. En 1987, fue capaz de atrapar bacterias vivas sin dañarlas con estas “herramientas hechas de luz”, según destaca el comité del Nobel.